Por Andrés Vattuone, padre del colegio
Apostados sobre la ruta en las cercanías de Piedra del Águila, el 14 de diciembre de 2020 preparamos los equipos para disfrutar la observación del eclipse total de Sol, que no volverá a ocurrir en Argentina continental hasta 2048. Típicamente, este fenómeno sólo se aprecia en una franja de unas pocas decenas de kilómetros. Nos encontrábamos a 5 km de la línea central, el trayecto donde el eclipse sería máximo.
Si bien el montaje fue en un sector reparado del viento, las ráfagas alcanzaron los 100 km/h: tuvimos que levantar el gazebo y abandonar el programa inicial de fotografía. Pero afortunadamente logramos hacer algunas tomas.
El eclipse duró unos 2 minutos, 7 segundos. Se pudieron distinguir importantes protuberancias emergiendo del oscuro disco lunar que eclipsaba al Sol. También una magnífica corona, sólo visible durante estos pocos minutos de eclipse total. Además, al oscurecerse el cielo, se pudieron observar varios planetas: Júpiter y Saturno -que estaban casi en conjunción-, Venus y Mercurio. El atardecer inundó todo el horizonte.
Me gustaría compartir con ustedes las siguientes fotografías de la experiencia. Los créditos corresponden a Andrea Anfossi, Marcela Isla, Alejandro Tombolini y a quien suscribe.
La corona y las protuberancias solares.
Baily‘s Beads: un fenómeno óptico que ocurre justo antes y después de la totalidad del eclipse, donde la luz solar se filtra de manera despareja a través de las irregularidades del limbo lunar.
Efecto de las sombras que proyectan los objetos: antes del eclipse la luz se filtra a través de la espumadera proyectando orificios circulares mientras que durante el eclipse parcial se proyectan con forma de media luna.
Otra particularidad es el cambio de temperatura, que comienza a bajar a medida que avanza el eclipse.