Por Axel Boerr, papá de Lena (sala de 5) y Maika (sala de 3), y alumni camada 1990

Placer, alegría, felicidad, plenitud, regocijo. Probablemente estas palabras constituyan una descripción bastante ajustada de lo vivido por todos los padres de la sala hoy por la mañana, en ocasión de representar una obra con muchísimo esfuerzo de producción en la que cada uno puso lo suyo para lograr que el resultado final fuese mejor que sin ese aporte individual.

Podría pensarse que todo comenzó con una reunión en una casa, a la noche, sin chicos, para tramar una sorpresa, casi como una travesura. Se presentaron y analizaron diferentes cuentos infantiles, los cuales fueron sometidos a la voluntad popular para seleccionar el que inspiraría a nuestro libreto. Y detrás de él nos encolumnamos, como soldados romanos bajo el comando de algunos generales y centuriones. Hubo ensayo, distribución de tareas, trabajo profesional de muchos y amateur de otros, confección de disfraces, escenografía y casilla de venta de tickets; cocción de pochoclos, y muchos otros detalles que completaron la magia. Agregamos al cóctel la complicidad de las maestras y la motivación en la casa de cada uno.

Receta infalible. El resultado fue increíble. 2 docenas de caritas de ansiedad, devenidas en sorpresa, devenidas en sonrisitas y carcajadas, todas acompañadas de todos los adultos que estuvimos en la sala.

En palabras del inolvidable Silvio: “un programa hecho con amor”. Pero no solo el amor a nuestros hijos. El amor al conjunto, a ese equipo de navegantes que estamos embarcados desde hace un par de años ya, pero que sabemos tendremos una docena de años por delante ayudándonos, disfrutándonos, comprendiéndonos, aceptándonos.

Y no comenzó con la reunión del libreto. Empezó mucho antes, con la determinación de cada uno de formar parte de algo más grande, de una especie de paraguas que abarca a nuestros hijos a lo largo de su formación escolar., tiempo en el que -en paralelo- mejoramos nuestras capacidades como progenitores y -ojalá también- como parte de una sociedad civil. No siempre se da. Cuando ocurre es soñado.

Conocé los detalles de la megaproducción:

La obra „Todos juntos“ -actuada en alemán y castellano- tuvo un despliegue fuera de serie. Los chicos tenían que comprar su entrada, los acomodadores los acompañaban hasta sus lugares y allí se les ofrecía pochoclos para comprar.

A continuación, la presentación de la sorpresa preparada para el Día de la Familia, en la que los chicos tuvieron que ayudar a entender a las madres que no sabían alemán, que Überraschung significa sorpresa.

La puesta en escena contó con una impresionante escenografía con árboles vivientes en la que había que simular una rama donde pudieran posarse todos los animales que querían ayudar al protagonista -un perro que se creía gato- para que con el peso se doblara y él pudiera bajar del árbol.

La pobre tortuga llegó a posarse en la rama cuando todos ya habían bajado. Pero por suerte apareció el Dibu Martínez (?) para atajarla.

El show fue acompañado de música, sonido ambiente de bosque, con la generación en vivo de los sonidos de los animales y hasta con un mago que deslumbró a todos con sus trucos y su libro de fuego.

La función culminó con la coreografía del tema Fliegerlied, bailando con los chicos.