Por Evelina Mahler
El 19 y 20 de octubre, los alumnos y alumnas de 4° año visitaron la casa que albergó a la familia Houssay entre 1925 y 1971. La casa y el archivo personal del Premio Nobel de Medicina fueron donados a la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC) con el objetivo de promover su figura, difundir sus valores y sus logros profesionales y académicos. La casa de Houssay fue declarada lugar histórico nacional en 1999.
En el marco del programa curricular de biología de 4° año, que se focaliza en la nutrición y el metabolismo, esta visita que realizamos por primera vez nos resultó particularmente enriquecedora. Por un lado, una nutricionista nos explicó el mecanismo de regulación de azúcar en sangre y los distintos tipos de diabetes, y de una manera lúdica nos desafió a evaluar la calidad nutricional de distintos platos, con el foco en la alimentación saludable, equilibrada y la prevención de la diabetes de tipo 2 y otras comorbilidades. El encanto adicional está en que toda esta parte de la visita se desarrolla en la cocina original de la hermosa casa de la calle Viamonte, allí donde la familia Houssay se reunía para cocinar. La otra parte de la visita se focalizó en la vida, investigaciones y posteridad de Bernardo Houssay. Los diferentes ambientes de esta casa en la esquina de la calle Viamonte y Boulogne Sur Mer, construída en 1925 para la familia Houssay en el barrio de Once, muy distinto al que conocemos hoy, se preservan
en su estado casi original, y se adaptaron para conservar sus escritos, bibliotecas, ficheros y archivos, reservando una sala especialmente para la exhibición de sus trabajos, premios y condecoraciones. En una pared podemos ver el título de médico otorgado por la Universidad de Buenos Aires, y entre las condecoraciones más importantes se encuentra la réplica de la medalla de Premio Nobel con la que el Dr. Houssay fue galardonado en 1947 como reconocimiento a sus investigaciones sobre el rol de la hipófisis en la regulación del azúcar en sangre, abriendo un camino para comprender mejor la diabetes y arrojar luz sobre su tratamiento. Fue muy emocionante abrir los ficheros y tener entre manos las fichas manuscritas de puño y letra por él, registrando cada una de las publicaciones científicas que consultaba y organizaba de una manera casi obsesiva y que hoy representa un desafío y oportunidad enorme para la fundación FECIC (Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura, creada en 1971 por el mismo Bernardo Houssay), que trabaja con el archivo.
Desde el departamento de Ciencias Naturales nos pareció especialmente importante esta parte de la visita ya que pocas veces tenemos oportunidad de conocer y reflexionar con nuestros estudiantes sobre la otra cara de la ciencia. Cuando pensamos en las ciencias naturales, nos referimos generalmente a un conjunto de conocimientos que ha construido la humanidad, enmarcado en leyes y teorías. Pero hay otra cara igual de importante, y es la ciencia como PROCESO. En este plano nos encontramos con la metodología misma de la ciencia, con lo que dispara las investigaciones, las preguntas, la contrastación empírica, el aspecto contra-intuitivo, el contexto social e histórico, los debates, los obstáculos, la búsqueda de las evidencias, la persona detrás de las investigaciones, los premios, las condecoraciones.
Bernardo Houssay fue un científico con características únicas: formó a otro Premio Nobel (Luis Federico Leloir), fue el primer presidente del CONICET y siempre entendió que el progreso científico era la base para un país que quisiera desarrollarse.
Fue perseverante, humilde y siempre pensó en su legado, guardando y clasificando no solamente las cartas que recibía de los más de 700 científicos con los que mantenía correspondencia, sino haciendo copia manuscrita o mecanografiada de cada carta que él enviaba, permitiendo reconstruir una riquísima conversación. Además, formó infinidad de becarios, siempre procurando que volvieran a la Argentina para aplicar lo aprendido en el desarrollo científico y tecnológico, ethos que se podría resumir en una de sus frases más célebres:
“Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológico, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia”.