Por Philipp Wehmann, Director General
La historia alemana-alemana de los años 1945-1990 puede percibirse como una historia de paralelos y de contrastes, una historia de percepción y de relaciones. Así al menos lo expresa la historiadora Petra Becker en su casi monumental obra „Getrennt und doch vereint: Deutsch-deutsche Geschichte 1945–1989/90“ («Separados pero unidos: la historia alemana-alemana 1945-1989/90»). ¿Pero, ha dejado de existir desde entonces esa historia de paralelos y contrastes, de percepción y de relaciones? Creo que no. Ya no estamos separados, sino unidos. A pesar de haber transcurrido 30 años desde la Reunificación Alemana, nosotros los alemanes del Este y del Oeste seguimos conociéndonos, comparándonos, reunificándonos. Muy pocos contemporáneos sospechaban hace 30 años que esto fuera tan difícil.
La historia alemana-alemana de los años 1945-1990 puede percibirse como una historia de paralelos y de contrastes, una historia de percepción y de relaciones. Así al menos lo expresa la historiadora Petra Becker en su casi monumental obra „Getrennt und doch vereint: Deutsch-deutsche Geschichte 1945–1989/90“ («Separados pero unidos: la historia alemana-alemana 1945-1989/90»). ¿Pero, ha dejado de existir desde entonces esa historia de paralelos y contrastes, de percepción y de relaciones? Creo que no. Ya no estamos separados, sino unidos. A pesar de haber transcurrido 30 años desde la Reunificación Alemana, nosotros los alemanes del Este y del Oeste seguimos conociéndonos, comparándonos, reunificándonos. Muy pocos contemporáneos sospechaban hace 30 años que esto fuera tan difícil.
Y, aun así, hemos logrado mucho en estos 30 años, y hemos aprendido mucho. Yo mismo me doy cuenta de esto en el ámbito privado. Soy oriundo del oeste de Alemania Occidental, de la antigua RFA, de Renania. Hice mi primera visita a la antigua RDA -en ese momento los llamábamos los cinco nuevos Estados Federales-, en 1991, para comenzar mis estudios en Dresde en marzo de 1992. Con una pausa de seis meses en los que viví en Italia, permanecí en Dresde hasta el año 2000 y luego regresé al Occidente, esta vez al Palatinado, donde comencé con mi pasantía.
El tiempo que pasé en Alemania Oriental está firmemente anclado en mi vida. Mi esposa, a quien conocí en Dresde, es de Turingia, mi mejor amigo, con el que conviví durante mis estudios, es del Erzgebirge, tengo familia y amigos en Sajonia, por lo que pude acercarme a los temas que le preocupan a la gente en Alemania del Este. Las relaciones Este-Oeste y la forma en que se manejan, siempre han permanecido latentes. La comprensión pero también la falta de comprensión para con el otro lado, siempre sale a la superficie, las muchas diferencias, pero ciertamente también las similitudes están tematizadas y siguen ocupando a la gente.
Todo esto puede ser considerado, por supuesto, como un problema, pero también como un desafío. Los problemas nos desgastan, los desafíos nos hacen crecer. Los problemas aparecen a menudo como muros insuperables, los desafíos son como montañas, en cuyas cumbres nos paramos con orgullo, para mirar con renovado coraje a las próximas alturas.
Creo que en Alemania hemos superado muchas cosas en los últimos 30 años. No siempre ha sido fácil, ha costado sacrificios, no siempre con justicia, y, ciertamente, en la mayoría del lado del Este. Pero se superaron muchas montañas políticas, económicas y sociales, de modo que hoy, en nuestra montaña actual, podemos mirar hacia atrás a los últimos 30 años pasados y mirar hacia adelante, a los años venideros. Estos, quizás, sean inciertos y contienen muchos imponderables y desafíos, especialmente en los meses actuales: Europa, el Coronavirus, el trato con un partido radical como el AfD, la migración de las zonas rurales de Alemania Oriental. Estas son las próximas cumbres a las que debemos llegar, allá arriba debemos ir, a veces por caminos pedregosos, a veces, quizás, por otros más cómodos.
30 años de Reunificación en Alemania. Históricamente hablando, es un tiempo muy corto. Pero se ha logrado mucho. Y por eso todos los involucrados con este país pueden estar muy agradecidos. Y esta gratitud nos obliga a percibir conscientemente nuestro rol de modelo a seguir, con una mirada crítica, con curiosidad y con actitud de apertura. De esta manera, también, podemos demostrarle a un país como la Argentina que existen posibilidades para aceptar oportunidades y superar los desafíos. Con optimismo y disciplina. Con pensamientos claros y transparencia en nuestras acciones. Respetando al vecino y escuchándolo. Que se pueda demostrar que se puede salir de la crisis es lo que le deseo a mi país de acogida, como alguien que sólo puede estar contento con la historia reciente de su propio país, a pesar de todos los problemas superados y los presentes.