Por Nancy Marmo, maestra de 1º año de Primaria

Quienes trabajamos en la Goethe-Schule creemos que el colegio también puede –y debe– ser un espacio de aventuras. Por eso, a veces nos embarcamos en experiencias que nos sacan de los libros, de las hojas y de los cuadernos como única herramienta del conocimiento, con el fin de propiciar un aprendizaje significativo y vivencial.

Junto a los chicos y chicas de 1ºB (Primaria) nos propusimos aprender todo sobre el mundo de las mariposas mediante un proceso que conjugó la teoría y la práctica. Partimos de una pregunta: ¿qué nos interesa saber sobre el mundo de las mariposas? Esa pregunta trajo otras tantas: ¿Qué son las mariposas? ¿Cómo nacen? ¿Qué comen? ¿Dónde viven?

Para poder empezar a darle forma a algunas respuestas llegó a nuestra clase una pequeña oruga que había nacido de un huevo bajo la hoja de una asclepia, la planta de la que se alimenta y, por lo tanto, es fundamental para su supervivencia. Lejos de darnos miedo, la oruga se volvió una compañera cotidiana para nosotros: la vimos recorrer de arriba abajo su planta favorita, también la vimos dejar huellas en sus hojas con pequeños orificios. Supimos disculparla: entendimos que quería comer.

Durante el proceso de ver a esa oruga convertirse en mariposa aprendimos muchísimas cosas. La “etapa de oruga” –también llamada fase larvaria– dura aproximadamente dos semanas. Durante este tiempo, las larvas se alimentan de las hojas con la única misión de crecer y juntar fuerzas. Al finalizar este período, quedan suspendidas de una rama y empiezan a formar una crisálida a su alrededor.

Ahora sabemos que esta segunda etapa dura entre 8 y 15 días, en los que la oruga va perdiendo su cuerpo original para ir adquiriendo, paulatinamente, su nueva forma. Las alas son lo último en aparecer: se forman el día anterior al nacimiento de la mariposa. Observando detenidamente los cambios en el día a día notamos algo más, mágico como cada detalle de este proceso: no solamente la oruga cambia, sino que la crisálida –la cubierta que la larva crea para “arroparse” durante su proceso de conversión– también va mutando en forma y color. Una transformación dentro de otra transformación: si bien en el inicio de esta fase es verde y opaca, los últimos días la crisálida se vuelve transparente. Lo que permite (¡nos permitió!) apreciar perfectamente la mariposa en su interior.

Finalmente, el momento esperado llegó. En un instante mágico para todos, fuimos testigos de la transformación maravillosa, una de las tantas que la naturaleza es capaz de crear. La mariposa salió de su pupa, dispuesta a conocernos. Nos la pasamos de mano en mano. Después, la dejamos volar.

Última lección: una vez que las mariposas nacen, sus alas son débiles y su cuerpo está lleno de líquido, por lo que comienzan a batirse hasta fortalecerlas. En parejas dibujamos y escribimos cada una de las fases. Y entonces sí: recurrimos al papel, para dejar constancia de todo lo vivido y aprendido.