(Por Cristina Groll)

Alexander von Humboldt nació en Berlín el 14 de septiembre de 1769 y falleció en la misma ciudad el 6 de mayo de 1859. 

Fue un visionario y pensador adelantado a su tiempo. Por ejemplo, se refirió al cambio climático provocado por la deforestación que a su vez causaba la disminución de agua en los lagos. Fue inspirador para Charles Darwin por sus relatos científicos y su viaje por el Canal de Beagle. Johann Wolfgang von Goethe lo conoció y solía decir que conversar unas horas con Alexander von Humboldt transmitían más conocimientos que años leyendo libros científicos. Así fue que le sirvió de inspiración para escribir Fausto.                                 

Alexander desde pequeño fue muy inquieto, aventurero y lo apasionaba explorar la naturaleza y lo desconocido. Dibujar y recolectar insectos y plantas le valió el apodo de “pequeño botánico”. Gracias a las investigaciones que realizó en minas logró llegar a ser ministro con tan sólo 22 años. Experimentaba con químicos y electrodos pero sobre su propio cuerpo para no dañar animales. Esto le permitió teorizar sobre los conceptos de materia orgánica e inorgánica y sobre el impulso esencial para la creación de la vida.

Tras heredar una fortuna cuando murió su madre, comenzó a viajar por el mundo y a adentrarse aún más en los rincones de la naturaleza de Sudamérica y Asia.

En 1802 junto a Aimé Bonpland escaló el volcán Chimborazo de más de 6.200 msnm ubicado en Ecuador. Alcanzaron los 5.400 metros con ropa rudimentaria y transportando instrumentos de medición. Nunca antes alguien había escalado tan alto.

En sus últimos años escribió Kosmos, su obra maestra de cinco tomos sobre geografía, geología y fue el primer libro sobre geofísica. La obra todavía tiene vigencia.

En su memoria su nombre se utilizó para denominar montañas en América Latina, una cadena montañosa en la Antártida, una corriente oceánica en Perú, cataratas en Tasmania y Nueva Zelanda, cuatro condados y 13 ciudades en Estados Unidos, 300 plantas, 100 animales y hasta el Mar de Humboldt en la Luna. 

Fue un incomprendido de su tiempo, invirtió todo su dinero en investigaciones y murió pobre a los 89 años.