[vc_row][vc_column][modal_popup_box leftpadding=»3″ btnsize=»15″ titletext=»Communication Workshop | Ich werde nie aufhören, dein Schatten zu sein» border=»0px solid #ffffff» btntext=»Automatische Übersetzung» bodybg=»#ffffff» titleclr=»#006330″ titlebg=»#ffffff» titleborder=»#ffffff» bgclr=»#ffffff»]Dieser Text ist eine automatische Übersetzung einer Übersetzungssoftware. Deswegen kann er Fehler enthalten.
Von Martina B.f.
Es war einmal ein großer Baum, der in einem schönen Wald voller Vögel, Sonnenschein und frischer Luft lebte. Der Wald war gut bekannt, da viele Menschen den Tag dort verbringen würden. Unter seinen Zweigen würden Familien sitzen und picknicken, vor allem sonntags. Der Baum liebte es, diesen Klatsch und Tratsch zuzuhören, es war eine großartige Unterhaltung für ihn…
Das geschah lange Zeit, bis sich eines Tages alles änderte. Der Baum, aufgeregt, neue Gespräche zu hören, wartete auf jemanden, der vorbeikam. Sie wartete eine Stunde, wartete zwei, drei, aber niemand, nicht einmal die Tiere, kam zu ihr. Der Baum fühlte sich sehr einsam und verzweifelt, er verstand nicht, was vor sich ging. Er dachte, dass es vielleicht nicht mehr sehr groß sei und seine Äste nicht mehr viel Schatten spendeten, und deshalb sei niemand gekommen, weil man dort sitzen und reden wollte, wo nicht viel Sonne war. Oder vielleicht war er sehr alt und die Leute hatten Angst, dass er nicht sehr stabil war und auf sie fallen würde. Nichts versicherte ihm, was er dachte, bis der Wald an einer Stelle von einem riesigen Zaun umgeben war, voll von arbeitenden Menschen, und in der Ferne sehr laute und störende Geräusche zu hören waren.
Plötzlich begannen sich riesige, monströse Maschinen mit Stahlzähnen zu nähern, so dass er alles verstand… er war in Gefahr, sie wollten ihn niedermähen. Er war nicht nur ein Schatten, in dem die Menschen saßen und picknickten, er war auch der Sauerstoff, den sie jeden Tag atmeten, die Heimat vieler Lebewesen, er gab ihnen Nahrung, Medizin… er gab ihnen Leben. Schließlich wurde ihm klar, dass es niemanden kümmerte, es war nur ein weiterer Baum der letzten, die noch standen. Viele seiner Freunde waren verschwunden, der Wald wurde zu einem der Dinge, die er am meisten fürchtete, ein trostloser Hang. Das Knarren der Maschinen erzeugte einen ohrenbetäubenden Lärm, das Ende nahte unweigerlich.
Plötzlich begann er zu hören, wie am Horizont eine Menschenmenge mit Fahnen und Transparenten am Horizont zeichnete – sie kamen, um ihm zu helfen! In diesem Moment wurde ihm klar, dass er nicht allein war. Die Menschen klammerten sich fest an die letzten Bäume, ketteten sich an sie und begannen zu schreien. Die Maschinen blieben stehen, die Holzfäller versuchten ihr Bestes, um die Menge zu beruhigen, aber es gelang ihnen nicht. Die Hoffnung, hier lebend herauszukommen, wurde Wirklichkeit.[/modal_popup_box][mk_padding_divider][vc_column_text css=».vc_custom_1606844257966{margin-bottom: 0px !important;}»]Por Martina B.f.
Había una vez un gran árbol, que habitaba en un hermoso bosque lleno de aves, de sol y aire fresco. El bosque era muy conocido, ya que mucha gente iba a pasar el día allí. Bajo sus ramas las familias se sentaban a hacer picnics, especialmente los domingos. Al árbol le encantaba escuchar aquellos chismes y charlas, era un gran entretenimiento para él…
Eso sucedió durante mucho tiempo, hasta que un día todo cambió. El árbol emocionado por escuchar nuevas conversaciones esperó a que alguien se acercara. Esperó una hora, esperó dos, tres, pero nadie, ni siquiera los animales iban hacia él. El árbol se sintió muy solo y angustiado, no entendía lo que estaba sucediendo. Pensaba que quizás, ya no era muy grande y sus ramas no daban mucha sombra y por eso nadie venía, porque ellos querían sentarse a charlar donde no hubiera mucho sol. O tal vez era muy viejo y la gente tenía miedo de que no estuviera muy estable y se cayera sobre ellos. Nada le aseguraba lo que pensaba, hasta que en un momento el bosque estaba rodeado por una reja enorme, repleta de señores trabajando, a lo lejos se escuchaban ruidos muy fuertes y molestos.
De repente comenzaron a acercarse máquinas enormes, monstruosas con dientes de acero, así que él comprendió todo… estaba en peligro, lo iban a talar. Él no sólo representaba una sombra donde las personas se sentaban a hacer picnics, también era el oxígeno que respiraban día a día, el hogar de muchos de los seres vivos, les daba alimento, medicinas… les daba vida. Finalmente se dio cuenta de que a nadie le importaba, que era solo un árbol más de los últimos que quedaban en pie. Muchos de sus amigos habían desaparecido, el bosque se estaba convirtiendo en una de las cosas que él más temía, en una ladera desolada. El crujir de las máquinas producía un ruido ensordecedor, el fin se acercaba inevitable.
De repente comenzó a escuchar una multitud de gente que se dibujó en el horizonte con banderas y pancartas. ¡Estaban yendo hacia él para ayudarlo! En aquel momento, se dio cuenta de que no estaba solo. Las personas se aferraron fuertemente a los últimos árboles, se encadenaron a ellos y comenzaron a gritar. Las máquinas se detuvieron, los taladores trataron de hacer lo posible para tranquilizar a la multitud, pero no pudieron. La esperanza de salir con vida se hizo realidad.[/vc_column_text][mk_padding_divider][vc_single_image image=»15824″ img_size=»full»][/vc_column][/vc_row]