Por Viviana Zientek
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Belén A., de 4° año A, se anticipaba hace unos meses a la posibilidad de una «vuelta a clases» presencial, cuando aún estábamos en la virtualidad.
Se cancelan las clases por la pandemia de Covid-19. Esta noticia dada en el 2020 fue un gran cambio para el sistema de educación. Nos quedamos encerrados, frustrados y enojados. No sabíamos cuándo íbamos a volver a la normalidad o si iba a haber una nueva normalidad. Se tuvo que aplicar una nueva forma de trabajo, una forma que nunca habíamos conocido ni experimentado, las clases virtuales.
Me gustaría plantear las ventajas y las desventajas de este sistema.
Empezando por las ventajas quisiera decir que la virtualidad requiere de la propia organización. Al aprender en casa cada quien puede repartirse las tareas en distintos horarios, como desee. No todos tienen la misma capacidad para organizarse, algunos necesitan más tiempo para distintas cosas y otros menos. Cada alumno tiene sus propios horarios, esto es algo muy normal y considero que en las clases virtuales esto se respeta bastante. En cambio, en la escuela, hay un tiempo limitado para realizar todo.
Del mismo modo que el aprendizaje en línea ayuda con la autoorganización, también ahorra mucho tiempo de viaje. Normalmente son los padres o algún tipo de transporte quien lleva a los chicos al colegio, porque viven lejos o no hay otra forma muy segura de transporte. Si bien muchas personas ya están acostumbradas a esto, no se dan cuenta de que el viaje a la escuela quita mucho tiempo y requiere consumo de nafta que además de antiecológico, es caro.
Todo esto puede ser muy beneficioso, también hay desventajas. Aunque en los colegios privados no hubo un gran problema en adaptarse a la enseñanza virtual, en los colegios públicos sí. Primero que nada en este país hay una gran cantidad de chicos que no iban al colegio, incluso si era presencial. No todos los chicos tienen los útiles necesarios, como una cartuchera o una carpeta para asistir a clases. Si hay niños que no tienen lo suficiente para ir al colegio, va a haber menos niños todavía que puedan asistir a las clases virtuales. Asimismo hay bastantes niños que comen en las escuelas, que a veces les brindan mejores condiciones que en sus hogares. Esto es un gran problema porque todos los chicos tienen el derecho a recibir una educación. Afortunadamente como una solución, puede haber un aporte del estado para otorgar ayuda.
Además la virtualidad dificulta mucho la socialización y la interacción de persona a persona. Todos sabemos que relacionarse con otras personas es imprescindible y más para las personas en crecimiento.
Estar con alguien e interactuar socialmente es fundamental para el desarrollo de la mente, no solo hace que la jornada escolar sea más divertida y llevadera sino también ofrece el contacto con otras opiniones sobre distintos temas.
Pero la jornada escolar es de ocho horas en muchos de los colegios argentinos, por lo tanto, en la virtualidad, los alumnos tendrían que estar esa cantidad de horas online, que es algo casi imposible en especial para los niños que son muy activos. Mantenerse concentrado durante ese período y encima no tener a ningún compañero de clase con quien compartir hace esto mucho más difícil. Al estar en casa y no poder ir al colegio hay una gran cantidad de distracciones. En casa están todas las comodidades y todo a nuestro alcance. Con un simple botón el alumno puede “desaparecer” y el profesor, que está al otro lado de la pantalla, no se da cuenta.
Finalmente me gustaría decir que aunque la computadora sea una herramienta imprescindible, sabemos que el uso excesivo no causa beneficios. En este caso no hace bien a la vista y también puede causar dolores de cabeza. Es crucial tomarse descansos y despejar la mente después de tantas horas de trabajo.
Se puede decir que las clases virtuales son beneficiosas porque es una herramienta mucho más moderna y más rápida, pero la pregunta es si este método realmente beneficia a todos los estudiantes de Argentina y esto también abarca a los alumnos que no cuentan con los requerimientos necesarios.
Lamentablemente a pesar de los esfuerzos realizados por la población, los docentes, padres, alumnos, seguimos dependiendo del comportamiento de la epidemia. El ritmo de la vacunación no es el adecuado, existen nuevas cepas y estamos en presencia de la segunda ola. Los gobernantes han decidido suspender la presencialidad en gran parte de las provincias.
Entonces pensemos esto de vuelta, ¿será posible la vuelta a clases en el año 2021 o estamos viviendo un déjà vu?
Jacques S., de 4° año A, reflexiona acerca de la presión que ejercen las redes sociales en los adolescentes.
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Jacques S., Klasse 4 A, denkt über den Druck nach, den die sozialen Medien auf Jugendliche ausüben.
Millones de historias se suben por día a famosas redes sociales como Instagram, Facebook, WhatsApp, Twitter, etc. 4,2 millones de «likes» se intercambiaron en 2019 en Instagram por día, diariamente están activos más de 500 millones usuarios, en promedio cada usuario está activo una hora entera al día y todos los días los usuarios se sienten influenciados directa o indirectamente por las vidas de otras personas en las redes sociales. Muchas personas también suben contenido de distintas formas a las redes, queriendo mostrar su estilo de vida, sus gustos, su día a día, etc. Pero siendo sinceros, ¿de verdad nos representa lo que subimos? ¿Representa nuestra forma de ser? ¿Nuestros verdaderos gustos y hobbies? ¿O en verdad es solo nuestra imagen la que le queremos mostrar al mundo? Creo personalmente, y más de uno estará de acuerdo conmigo, que una gran parte de las vidas que se muestran son una farsa.
Por eso, si le pusiéramos un espía secreto a cada persona que sube diariamente contenido a Twitter, Instagram, Facebook, etc. llegaríamos a la conclusión que más de la mitad no sube sus verdaderas rutinas diarias. Obviamente hay gente que tiene un estilo de vida sano y realmente envidiable, y que lo quieran compartir mediante «Story’s» o publicaciones es muy bueno. La verdad es que muchas personas imponen su rutina diaria, saludable, en la que solo comen ensalada de rúcula, su batido de proteína y avena. Quieren normalizar y divulgar ejercitarse físicamente más de una hora al día, leer diariamente, estudiar, reunirse con sus amigos a tomar el té, manejar su empresa y en general tener el estilo de vida que todos desearíamos tener, pero que pocos tienen. También se muestran con el físico perfecto, la cara impecable, siempre alegres y otros factores que parecen ser imposibles de lograr diariamente. Porque todos podemos tener un mal día, estar unos kilitos sobre o bajo nuestro peso ideal, despertarnos un día sin ganas de hacer nada, no ir al gimnasio todos los días, darnos un gustito semanal como una hamburguesa, tener imperfecciones físicas, estar tristes o enojados a veces, dado que es normal y humano.
Sin embargo no es incorrecto seguir a alguien, porque nos gusta su estilo de vida y queremos mejorar el nuestro. Al contrario, está perfecto y siempre deberíamos sentir intenciones de superarnos y mejorar cada día. Aún así no tenemos que cumplir con todos los estándares que suelen imponernos las redes sociales. Y este es un tema que no hay que ignorar, debido a que muchas personas se sienten forzadas a cambiar su estilo de vida, su personalidad y hasta su físico. El 71% de usuarios de Instagram tienen 35 años o menos, el público de la red social se compone en mayoría de jóvenes. Con el tiempo aparecen más y más casos, en que algunos adolescentes muestran problemas de salud mental debido a las redes sociales, sea por la razón ya antes nombrada de los estándares de la sociedad, o el bullying y el juzgamiento que se puede recibir. Muchos jóvenes suelen sufrir de depresión, ansiedad y soledad debido a las redes sociales. La intención no es suspender todas las actividades en este tipo de aplicaciones, sino mejorarlas. Ser positivo, dar críticas constructivas, apoyar, tener empatía y varios otros factores que son importantes para mejorar las experiencias de cada uno y en el mejor de los casos alegrar su día con un pequeño gesto de amabilidad y bondad.
Teniendo en cuenta estos aspectos, elegí un ejemplo de un hombre de mediana edad con sobrepeso que subió un video a Instagram mostrando su camino para llegar a su peso ideal. Mucha gente lo apoyaba en los comentarios y lo incitaba a seguir, pero una gran cantidad de usuarios lo criticó, burló e insultó de forma despreciable. Duele tener que ver que esto pasa cada día, y peor pensando en la persona que solo quería compartir su experiencia y mostrar que no es perfecto, sin embargo quiere mejorar. El uso que se le puede dar a las redes sociales lo decidimos nosotros, como usuarios. Y es importante, como en el caso anterior, usar este tipo de plataforma para mostrar que siempre se puede vencer, ya que esto sería mucho más útil para la humanidad.